domingo, 28 de junio de 2009

APRENDER A PENSAR

Sir Ernest Rutherford, padre de la física nuclear y Premio Nobel de Química en 1908, solía contar la siguiente anécdota:
“Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un examen de física, pese a que éste afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.
La pregunta del examen era: Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro. La respuesta del estudiante fue la siguiente: lleve el barómetro a la azotea del edificio y átele una cuerda muy larga. Descuélguelo hasta la base del edificio; marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la altura del edificio.
Realmente el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota mas alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel. Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema; su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara. En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: coja el barómetro y láncelo al suelo desde la azotea del edificio,y mida el tiempo de caída con un cronómetro. Después aplique la formula altura = 0,5 por la gravedad y por el tiempo al cuadrado, y así obtenemos la altura del edificio. En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.
Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta.-Bueno, hay muchas maneras. Por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.-Perfecto, ¿y de otra manera?-Sí. Este es un procedimiento muy básico para medir un edificio, pero también sirve. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el numero de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura.-Ese es un método muy directo.-Por supuesto. Si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si consideramos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea, la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio. En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de oscilación.
En fin, concluyó, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea coger el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del conserje, y cuando abra, decirle: ‘Señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo’.
En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema. Dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar”.
La respuesta convencional al problema era que la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos puntos diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre estos puntos.
Aquel estudiante, a quien sus profesores habían enseñado a pensar, se llamaba Niels Bohr, físico danés, quien se basaría en las teorías de Rutherford, para publicar su modelo atómico en 1913, introduciendo la teoría de las órbitas cuantizadas, obteniendo el premio Nobel de Física en 1922.

¿Qué piensa la gente de la ética?

Hoy en día podríamos hacer un paralelo entre la manera de concebir la moral y aquella hacia la que queremos marchar,Erich Fromm llama ambas visiones la ética autoritaria y ética humanista, otra autora la llamo ética burguesa y ética pobre, y ambas expresan:

La ética burguesa es una ética "farisea",diría el Evangelio.Es decir,se trata de vivir de apariencias.El burgués "lava los trapitos sucios en casa",se recuesta en lo formal,lo legal,lo establecido.Es como si mirara siempre de afuera y se acomodara a las circunstancias.Trata de sacar provecho y hace contestar a su hijo al teléfono "Decile que no estoy".El burgués se conforma con lo mínimo y se cree bueno y mejor que los demás.Desconfía de toda propuesta y se conforma con lo impuesto.Suele vivir de los otros y aparenta ser observante en las pequeñas cosas mientras se traga un vagón de injusticias.Especula y suele tener conductas seudorreligiosas que tranquilizan su conciencia.

La ética pobre se sabe débil pero en búsqueda.No se conforma con lo dicho sino que siempre está abierta a posibilidades.No es escéptica pero no come vidrio.Prefiere la discusión en búsqueda de equilibrio y justicia al orden o silencios de los cementerios.Se siente necesitada y necesitante de los otros.No le angustia tanto equivocarse cuanto haberse olvidado de los demás.Prefiere la solidaridad a esconder la cabeza.
Un ejemplo fiel de ambas ética son los consejos del Viejo Vizcacha (MF II,14 y 15) y los del Martin Fierro (MF II,32).

¿QUE VALORES?

¿VALORES? ¿QUE VALORES?


Un texto para organizar conceptos y profundizar debates indispensables.
¿Es imprescindible coincidir en todas las creencias para acordar ciertos comportamientos básicos? El Lic. Rolando Martiñá nos guía a través de su reflexión acerca de las distancias entre "valores privadores" y "comportamientos adecuados para la convivencia civilizada" y sobre las posibilidades de pensar a la escuela como un ámbito integrador y respetuoso de las diferencias que surgen del cruce entre el ámbito familiar y el extrafamiliar.
E. Uslaner plantea que confiamos en gente que no conocemos porque aunque difieran de nosotros en muchos aspectos (sociales, políticos, religiosos), creemos tener valores básicos en común. Bien, pero ¿de qué valores hablamos? ¿De qué hablamos cuando hablamos de valores?Difícilmente haya otro tema sobre el que últimamente, y en especial en el ámbito educativo, se hayan llenado tantas páginas y tantos oídos. No es nuestra intención agregar tinta al río, aunque sí parecen necesarias algunas aclaraciones. En primer lugar, a lo que queremos referirnos claramente aquí es a los valores de la Civilización. A conciencia de que es un concepto controvertido, lo tomamos en su acepción etimológica de "reglas para vivir en la ciudad". Trataremos de dilucidar un poco más de qué se trata.Según algunos investigadores (1), los seres humanos compartimos con los primates no humanos ciertos rasgos básicos de lo que podría llamarse "germen de la moral". Por ejemplo, la capacidad de prevenir y resolver conflictos, la reciprocidad, el compartir bienes tales como los alimentos, la preocupación por la supervivencia del grupo, etc. Es decir que habría ya ciertas condiciones biológicas, más refinadas en lo humano, dirigidas a garantizar la supervivencia, favoreciendo la convivencia.Ahora bien: si un chimpancé puede desarrollar conductas tendientes a la super(con)vivencia, ¿qué lo hace tan difícil para nosotros? Pues por paradójico que sea, una ventaja que tenemos respecto de él: más neuronas. Muchas más que las que necesitamos para sobrevivir y ese "lujo", que hace a nuestra sublime diferencia, también es la causa de la mayoría de nuestros problemas.En efecto, en los humanos, un cerebro mucho más complejo y una mente mucho más abierta al aprendizaje, hacen que, prácticamente desde el nacimiento comencemos a construir lo que globalmente podemos llamar un sistema de creencias. Es decir, que no sólo estamos de algún modo condicionados para tomar decisiones de supervivencia, sino que vamos tejiendo en el tiempo una red de significados acerca de nosotros mismos, de los otros y de la realidad en general.Desde las ideas derivadas de la pertenencia a etnias, religiones o simplemente tradiciones duraderas hasta las menos trascendentes (pero igualmente fuertes) derivadas de adhesiones a emblemas de diferentes clases, o simples opiniones sobre la vida y la muerte, las personas van construyendo con el tiempo un núcleo duro de creencias, difícilmente modificable y en general poco dispuesto a la negociación. Sin embargo, en la periferia suelen circular otras ideas, prejuicios u opiniones menos rígidos y más susceptibles de cambio, ya que si todas las creencias tuvieran el mismo grado de rigidez, compartir la existencia sería prácticamente imposible. En realidad, su mayor o menor trascendencia poco dice acerca de su menor o mayor flexibilidad: una adscripción religiosa milenaria puede ser tan difícil de modificar como la adhesión a un equipo de fútbol; y a la vez, un prejuicio racial puede comenzar a diluirse a partir de una favorable experiencia interpersonal con un vecino. Claro que, en todos los casos, las creencias se constituyen como tales al calor de nuestra relación con personajes significativos de nuestra vida. Y, por tal motivo, no funcionan sólo como conceptos abstractos, sino más bien como un denso conglomerado de imágenes, ideas y emociones, fuertemente ligado a aquello que llamamos nuestra identidad. El proto-razonamiento sería: "Si esta persona es tan importante para mí y valora tanto tal idea o símbolo, estos deben ser muy valiosos". Y valioso –obviamente- tiene que ver con valor…Como hay mucho de contagio emocional en estas configuraciones primitivas, no se trata sólo de la adhesión a una bandería o una tradición, sino a algún modelo de identificación. Aquel padre, tío, primo, amigo, docente o grupo que nos introdujo, a la manera de una iniciación ritual, y nos contagió su propio entusiasmo. Y a quien –y esto es relevante- resulta sumamente difícil "traicionar". Por lo tanto, suele ser inútil confrontar tales entidades, salvo que –como a veces ocurre– generen comportamientos antisociales, lesivos para los otros.Además de su alto voltaje emocional, derivado de la lealtad a figuras centrales de la experiencia, tales modelos mentales cuentan con otra poderosa razón para volverse a menudo casi inflexibles: funcionan a modo de mapa, brújula y decodificador, todo a la vez. Definen el territorio, orientan acerca de la dirección a seguir, otorgan significado a lo que pasa. Organizan, clasifican, explican. Indican lo que está mal y lo que está bien y filtran la comunicación con los otros, tendiendo a dejar entrar lo que coincide con ellos y a rechazar lo que disiente.En definitiva, le dan un sentido a las cosas. Y parecería –según lo viene estableciendo la moderna Psicología Cognitiva– que ésa es una de las necesidades básicas por satisfacer para los seres humanos.Esos sistemas constituyen lo que podríamos considerar "nuestros valores privados". No porque no se compartan con otros -lo que sí se hace-, no sólo por historia común, sino también porque ciertos indicios en la manera de comportarse de las personas suele ayudar a considerar: "es uno de los nuestros", o no.Cuando un niño ingresa a la escuela, su primer espacio público extrafamiliar, cumple el papel de un mensajero del mundo de creencias privadas familiares y debe intentar convivir con muchos "mensajeros/representantes" de otros modelos .Y además con los responsables de ese espacio público, los maestros, que son a su vez portadores de sus propios modelos, familiares e institucionales, y deben tratar de cumplir su misión dentro de un orden mínimamente aceptable. Además de convertirse -lo quieran, lo sepan o no– en nuevos personajes importantes en el proceso identificatorio de sus alumnos.En consecuencia, ni siquiera aquellas familias que elijan para sus hijos una escuela afín a su ideario podrán pretender que ella responda puntualmente a todas sus aspiraciones; y a la vez, ninguna escuela por amplia que sea podrá exigir a padres e hijos que se ajusten puntualmente a un modelo "público" de familia, definido de una vez y para siempre por algún poder administrativo. Semejante panorama parecería llevarnos a un callejón sin salida. A nuestro entender, sin embargo, la salida se puede encontrar del siguiente modo: reservando la denominación de" valores" para las creencias privadas y refiriéndonos al ámbito público, por ejemplo, la escuela, en términos más modestos y acotados: comportamientos adecuados para la convivencia civilizada. Porque aun cuando aceptemos el hecho de que los comportamientos suelen asentarse en las creencias, no siempre es necesario coincidir en todas las creencias para acordar ciertos comportamientos básicos. Y, para el espacio público democrático, no interesa tanto en nombre de qué las personas hacen o no hacen ciertas cosas, sino que tengan claras las razones sociales que marcan la diferencia entre unas y otras. Y las consecuencias de elegir unas u otras.A una familia, por ejemplo, puede no parecerle mal que sus miembros se hablen entre sí de un modo grosero y, en cambio, puede sí disgustarle la idea de aplicar sanciones a los hijos si infringen ciertas normas. Por supuesto, la familia vecina puede opinar exactamente lo contrario. Y otra, y otra… Con todas las combinaciones posibles respecto de una amplia gama de cuestiones vinculadas al diario vivir, (horarios, tipo de comidas, comportamiento durante ellas, hábitos de higiene, cumplimiento de las normas y compromisos, formas de resolver los conflictos, etc.). Cada una de esas familias envía sus mensajeros/representantes al mismo espacio público, la escuela, y ésta debe contener esa enorme diversidad y al mismo tiempo generar un clima de convivencia que le permita cumplir cabalmente con su misión. ¿Cómo hacerlo?Dice P. Watzlawick (2) que para los problemas humanos no existen las soluciones clarifinales, pero que casi siempre es posible escoger soluciones mejores que otras o, al menos, las derivadas del "mal menor". Basándonos en una vieja idea que está en el espíritu del Juramento Hipocrático Médico, podríamos decir: "Si no se puede curar, al menos aliviar el dolor; y si no, al menos no agravar el mal".
Lic. Rolando Martiñá*

VALORES

SEGUIMOS PENSANDO EN VALORES

Sobre la formación ética y ciudadana
Valores, Cultura, Moral y Ciudadanía son algunos de los términos que forman parte de esta reflexión en la que la Lic. Mabel Del Giúdice nos propone pensar en los valores sociales, haciendo referencia a cómo la escuela puede contribuir a la coexistencia de la pluralidad en una sociedad democrática y a promover ciudadanía y así acompañar a la familia en el discernimiento de posturas partidarias. Un texto para padres y docentes.
El tema de los valores convoca a seguir pensando, no es fácil establecer "líneas de análisis", tal vez sea más fácil pensar en "vectores" que establecen posibles guías para la conducta. La idea de vector da lugar a revisar los sistemas de referencia dados por el contexto siendo esto adecuado para la reflexión sobre valores, porque como ya hemos expresado en una nota anterior, los principios individuales surgidos de la participación en la familia también están sostenidos en principios culturales y sociales, cada cultura propondrá los contenidos que le otorgan identidad y poder.La escuela como promotora de ciudadanía ofrece distintos modelos para la inclusión de las personas y para la revisión de los valores individuales y sociales. La educación moral -Puig Rovira (1)- puede definirse desde:
la socialización, otorgando relevancia a los sistemas de valoración vigentes en la sociedad, estableciendo normas y promoviendo la voluntad
en la clarificación de valores, que apunta al discernimiento personal y metarreflexivo de lo que está bien y de lo que está mal como guía de la conducta
la educación como desarrollo atendiendo a los cambios en el proceso de desarrollo de las personas que vinculan los progresos cognitivos con las conductas "virtuosas"
la construcción de la personalidad moral, se trata de ubicar pautas sociales, horizontes normativos deseables y guías de valores que adapten al sujeto a la sociedad, la finalidad es la convivencia armoniosa entre personas.Las posiciones mencionadas deben ser revisadas en cada institución y definidas por su propio proyecto educativo, pero considerando que adoptar un "sistema de referencia" implica siempre la relación con otros dentro de una posición dinámica e interactiva, donde es necesario incluir que existen normas que deberán modificarse consuetudinariamente. La educación, como práctica social, es un campo de cambios, de mediaciones de distintas posiciones acerca de la historia, del deseo, de la ley, del poder. La educación, como práctica de enseñanza, tiene que contemplar su función en la formación de valores preparando a los alumnos como miembros de pleno de derecho en el ejercicio de la ciudadanía.El ejercicio de la ciudadanía fortalece la concepción democrática de la acción de gobierno, se sostiene en políticas de libertad y de igualdad, que implica al individuo en sus derechos y obligaciones en pos de asumir conductas promotoras de beneficios sociales. Además, la concepción de ciudadanía remite a la universalidad de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Lo antes expresado muestra la relación entre el sujeto individual y el sujeto social o colectivo, entre derechos individuales y derechos sociales; en ocasiones estas posiciones entran en conflicto, porque lo personal no coincide con los intereses colectivos. Este debate posible puede presentarse como alternativa de educación donde la acción pedagógica contemple la revisión de dilemas o conflictos morales que incluyan distintas valoraciones y puntos de vistas que remitan a diferentes soluciones. La aceptación de la diversidad de juicios y opiniones es importante para la formación del espíritu democrático, pero también hay que resaltar que las soluciones visualizadas siempre estén enmarcadas en la ley, el cumplimiento de la norma y la defensa por la vida sin exclusiones de personas. Este último aspecto puede desarrollarse a partir de comprender la realidad social en que cada uno vive, fortalecer la identidad propia de cada territorio rescatando la historia social y política de la nación, las costumbres y hasta los mitos constitutivos y explicativos de las relaciones humanas en una región, en un territorio.¿Cómo promover el respeto por el discernimiento de puntos de vistas? Es necesario crear situaciones de reflexión y toma de posición en distintos niveles de enseñanza. No hay que olvidar que las propuestas deben ser comunicadas a los padres, describiendo el dispositivo de enseñanza con cuidado y expresando que es un modo de colaborar con la formación de valores que ellos brindan en la casa.
Las situaciones que se presentan a continuación son posibles de abordar en discusiones en la escuela. Los alumnos irán expresando sus ideas, reflejando así posiciones familiares, estos intercambios serán regulados por el docente.

Primer ciclo: ¿cuáles son las calles más peligrosas para cruzar?, ¿por qué?, ¿se necesita para disminuir los peligros?, ¿qué podemos hacer para prevenir accidentes?

Segundo ciclo: ¿si tuvieras $ 300.000 pesos para gastar en obras necesarias para tu barrio, qué harías primero? a) mejorar los juegos de la plaza; b) pintar escuelas; c) comprar medicamentos para la salita de salud de tu barrio.
¿cuáles son los problemas más importantes para la comunidad? Confeccioná una lista de prioridades y proponé soluciones de mejoras.

Tercer ciclo: ¿cuáles son los bienes o servicios necesarios para mejorar la vida de las personas?, ¿qué beneficios tienen para la población en general?, ¿qué hacer para que todas las personas tengan acceso a los mismos?

Nivel Medio: Una chica de 12 años coloca fotos con poses provocativas en la Web, se justifica diciendo que si no lo hace se quedará sin amigas.
Un joven de 14 años expresa que toma una pastilla en el boliche para animarse a hablar con chicas.
¿Qué te parece que le ocurre a estos chicos?, ¿crees que necesitan ayuda?, ¿qué harías para resolver estas situaciones?

El partir de situaciones cercanas a la vida de los alumnos permitiría el despliegue del pensamiento y el enriquecimiento de la reflexión, esto hará que puedan incluirse paulatinamente propuestas más complejas atendiendo a la dimensión particular y la dimensión comunitaria, estimulando la inteligencia, la razón, la voluntad y el despliegue de sentimientos en los alumnos, comprometiéndolos a una participación responsable y ciudadana.La formación cívica y ciudadana se construye a partir del discernimiento, la toma de conciencia de las consecuencias de las acciones y posiciones, afrontando los conflictos en los juicios y estableciendo acuerdos en las decisiones en pos de lograr mejorar los efectos de la conducta. Los efectos de la educación influyen en la constitución de la personalidad y colabora en la conformación de valores, supone construcción de la moral práctica e intelectual, en un marco de regulación pautado por la cultura.Es decir, la participación social responsable requiere conocer las normas y los beneficios de las mismas, cuando aquellas formas de regulación de los comportamientos resulten insuficientes o inadecuadas para algunos contextos será necesario habilitar espacios de debate y reflexión para establecer nuevos caminos de encuentro en pos de la afirmación de derechos y la construcción de un horizonte más justo, lo importante es mantener la dignidad personal y el reconocimiento recíproco en relación con otros.Las familias son las más afectadas en la revisión de las normas de educación que brindan a sus hijos, la vida social de los mismos es la más fluida y mantener códigos de otras generaciones no colabora con la construcción de valores democráticos. Entonces aceptar la existencia del conflicto permitirá analizar las condiciones de vida, desde ahí profundizar el compromiso por la búsqueda de consenso generando el encuentro de distintas personas –ciudadanos – en el proceso de construir nuevas normas que regulen el equilibrio entre derechos y deberes y conformando conciencia moral y social.Para ir finalizando, podemos compartir un cita de Eroles (2002:23)(2) quién refiriéndose a la definición de Pedro Demo y Aranha Oliveira expresa que "definen ciudadanía como la competencia para construir el desarrollo humano sostenible, que surge de los siguientes elementos:a) la capacidad de comprender críticamente la realidadb) intervenir de manera alternativa, a partir de esta conciencia críticac) asumirse como sujeto histórico y participar activamented) promover la capacidad organizativa de la comunidad, potenciando además la competencia innovadora".Las propuestas de análisis de situaciones como las ya señaladas permiten estimular los elementos definidos en la cita, y favorecen la concepción sobre lo que debe ser preocupación para el ejercicio de la política ciudadana, aquella que se ocupa de las necesidades de la población para mejorar su calidad de vida. La revisión de esas necesidades y la prioridad en la satisfacción de las mismas ayuda a aprender a elegir. Tal vez esto sea el puente entre la escuela y la familia, siendo el seno familiar donde deban debatirse las propuestas de políticas partidarias tratando de ubicar cuáles verdaderamente buscan la construcción de ciudadanía y las que generan exclusión por diferencias.
Mabel Del Giúdice*
*Mabel Del Giúdice. Licenciada en Psicopedagogía. Magister en Psicología Educacional. Directora del Departamento de Psicología y Ciencias Pedagógicas de la Universidad CAECE.

La misión de la escuela no es enseñar cosas

domingo, 21 de junio de 2009

El pedagogo italiano no cree en la doble escolaridad
Agustina Lanusse Para LA NACION
"La misión de la escuela ya no es enseñar cosas. Eso lo hace mejor la TV o Internet." La definición, llamada a suscitar una fuerte polémica, es del reconocido pedagogo italiano Francesco Tonucci. Pero si la escuela ya no tiene que enseñar, ¿cuál es su misión? "Debe ser el lugar donde los chicos aprendan a manejar y usar bien las nuevas tecnologías, donde se transmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo", responde.
Para Tonucci, de 68 años, nacido en Fano y radicado en Roma, el colegio no debe asumir un papel absorbente en la vida de los chicos. Por eso discrepa de los que defienden el doble turno escolar.
"Necesitamos de los niños para salvar nuestros colegios", explica Tonucci, licenciado en Pedagogía en Milán, investigador, dibujante y autor de Con ojos de niño, La ciudad
de los niños y Cuando los niños dicen ¡Basta!, entre otros libros que han dejado huella en docentes y padres. Tonucci llegó a la Argentina por 15a. vez, invitado por el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, a quien definió como "un lujo de gobernante".
Dialogó con LA NACION sobre lo que realmente importa a la hora de formar a los más chicos y dejó varias lecciones, que muchos maestros podrían anotar para poner en marcha a partir del próximo ciclo escolar.
Propuso, en primer lugar, que los maestros aprendan a escuchar lo que dicen los niños; que se basen en el conocimiento que ellos traen de sus experiencias infantiles para empezar a dar clase. "No hay que considerar a los adultos como propietarios de la verdad que anuncian desde una tarima", explicó.
Recomendó que "las escuelas sean bellas, con jardines, huertas donde los chicos puedan jugar y pasear tranquilos; y no con patios enormes y juegos uniformes que no sugieren nada más que descarga explosiva para niños sobreexigidos".
Y que los maestros no llenen de contenidos a sus estudiantes, sino que escuchen lo que ellos ya saben, y que propongan métodos interesantes para discutir el conocimiento que ellos traen de sus casas, de Internet, de los documentales televisivos. "¡Que se acaben los deberes! Que la escuela sepa que no tiene el derecho de ocupar toda la vida de los niños. Que se les dé el tiempo para jugar. Y mucho", es parte de su decálogo.
De hablar pausado y de pensamiento agudo, Tonucci transmite la imagen de un padre, un abuelo, un educador que aprendió a ver la vida desde la perspectiva de los niños. Y recorre el mundo pidiendo a gritos a políticos y dirigentes que respeten la voz de los más pequeños.
-¿Cómo concibe usted una buena escuela?
-La escuela debe hacerse cargo de las bases culturales de los chicos. Antes de ponerse a enseñar contenidos, debería pensarse a sí misma como un lugar que ofrezca una propuesta rica: un espacio placentero donde se escuche música en los recreos, que esté inundado de arte; donde se les lean a los chicos durante quince minutos libros cultos para que tomen contacto con la emoción de la lectura. Los niños no son sacos vacíos que hay que "llenar" porque no saben nada. Los maestros deben valorar el conocimiento, la historia familiar que cada pequeño de seis años trae consigo.
-¿Cómo se deberían transmitir los conocimientos?
-En realidad, los conocimientos ya están en medio de nosotros: en los documentales, en Internet, en los libros. El colegio debe enseñar utilizando un método científico. No creo en la postura dogmática de la maestra que tiene el saber y que lo transmite desde una tarima o un pizarrón mientras los alumnos (los que no saben nada), anotan y escuchan mudos y aburridos. El niño aprende a callarse y se calla toda la vida. Pierde curiosidad y actitud crítica.
-¿Qué recomienda?
-Me imagino aulas sin pupitres, con mesas alrededor de las cuales se sientan todos: alumnos y docentes. Y donde todos juntos apoyan, en el centro, sus conocimientos, que son contradictorios, se hacen preguntas y avanzan en la búsqueda de la verdad. Que no es única ni inamovible.
-¿Cuál es rol del maestro?
-El de un facilitador, un adulto que escuche y proponga métodos y experiencias interesantes de aprendizaje. Generalmente los pequeños no están acostumbrados a compartir sus opiniones, a decir lo que no les gusta. Los docentes deberían tener una actitud de curiosidad frente a lo que los alumnos saben y quieren. Les pediría a los maestros que invitaran a los niños a llevar su mundo dentro del colegio, que les permitieran traer sus canicas, sus animalitos, todo lo que hace a su vida infantil. Y que juntos salieran a explorar el afuera.
-Varias veces usted ha dicho que la escuela no se relaciona con la vida. ¿Por qué?
-Porque propone conocimientos inútiles que nada tienen que ver con el mundo que rodea al niño. Y con razón éstos se aburren. Hoy no es necesario estudiar historia de los antepasados, sino la actual. Hay que pedirles a los alumnos que se conecten con su microhistoria familiar, la historia de su barrio. Que traigan el periódico al aula y se estudie sobre la base de cuestiones que tienen que ver con el aquí y ahora. Esto los ayudará a interesarse luego por culturas más lejanas y entrar en contacto con ellas.
-¿Cómo se puede motivar a los alumnos frente a los atractivos avances de la tecnología: el chat, el teléfono celular, los juegos de la computadora, el iPod, la play station?
-El colegio no debe competir con instrumentos mucho más ricos y capaces. No debe pensar que su papel es enseñar cosas. Esto lo hace mejor la TV o Internet. La escuela debe ser el lugar donde se aprenda a manejar y utilizar bien esta tecnología, donde se trasmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y trabajar en equipo.
-¿Es positiva la doble escolaridad?
- En Italia llamamos a este fenómeno "escuelas de tiempo pleno". La pregunta que me surge es: ¿pleno de qué? Esta es la cuestión. La escuela está asumiendo un papel demasiado absorbente en la vida de los niños. No debe invadir todo su tiempo. La tarea escolar, por ejemplo, no tiene ningún valor pedagógico. No sirve ni para profundizar ni para recuperar conocimientos. Hay que darles tiempo a los niños. La Convención de los Derechos del Niño les reconoce a ellos dos derechos: a instruirse y a jugar. Deberíamos defender el derecho al juego hasta considerarlo un deber.

Los cien lenguajes de los niños




El niño


está hecho de cien.


EL niño tiene cien lenguas


cien manos


cien pensamientos


cien maneras de pensarde jugar y de hablar


cien siempre cien


maneras de escuchar


de sorprenderse de amar


cien alegrías


para cantar y entendercien mundos


que descubrircien mundos


que inventarcien mundos


que soñar.


EL niño tienecien lenguas


(y además de cien cien cien)


pero le roban noventa y nueve.


La escuela y la cultura


le separan la cabeza del cuerpo.


Le dicen:


de pensar sin manos


de actuar sin cabeza


de escuchar y no hablar


de entender sin alegría


de amar y sorprenderse


sólo en Pascua y en Navidad.


Le dicen:


que descubra el mundo que ya existe


y de cien le roban noventa y nueve.


Le dicen:que descubra el mundo que ya existe


y de cien le roban noventa y nueve.


Le dicen:


que el juego y el trabajo


la realidad y la fantasíala ciencia y la imaginación


el cielo y la tierra


la razón y el sueño


son cosas que no van juntas.


Y le dicen:


que el cien no existe.


El niño dice:


"en cambio el cien existe".




Loris Malaguzzi

Loris Malaguzzi


Loris Malaguzzi fue el iniciador e inspirador de la aventura educativa reggiana. Maestro y pedagogo que dedicó su vida a la construcción de una experiencia de calidad educativa, parte de una enorme escucha y respeto de las potencialidades de los niños y niñas, reconoce el derecho de éstos a ser educados en contextos dignos y acorde con dichas capacidades.
¿Pero por qué se considera que es tan importante el trabajo de las escuelas y nidos de la comuna de Reggio Emilia? Porque nos da cuenta de un trabajo a partir de importantes herramientas pedagógicas, como por ejemplo, el procedimiento de la documentación, las funciones de los docentes especializados (atelieristas y pedagogistas), el tiempo dedicado al análisis, el debate y al reflexión sobre la práctica pedagógica -la que está incorporada dentro de la semana laboral de los pedagogos-; la vinculación con la comunidad, la inserción de los padres en la escuela y de ésta en la comunidad.Una práctica pedagógica asentada en una profunda comprensión de los niños y niñas en relación con el mundo, entendiendo al niño como un ser rico en posibilidades, de infinitas capacidades y nacido con "Cien lenguas..." Recorrer sus espacios transmiten y dan cuenta del cuidado estético de los detallles, de la amabilidad de sus ámbitos educativos, de sus propuestas y proyectos, y de las relaciones que establecen con la cultura y la comunidad.
Del trabajo de Loris Malaguzzi se destacan los siguientes principios:
Bienestar de los niños, padres y maestros: Para que los niños aprendan, su bienestar tiene que estar garantizado. Los derechos de los niños deben ser reconocidos, no sólo sus necesidades. Tienen derecho a tener un cuidado de calidad y una educación que procure el desarrollo de su potencial.
El papel de los padres: Los padres de familia son considerados como un componente esencial en el programa. Los padres son una parte competente y activa de la experiencia de aprendizaje de los niños y, al mismo tiempo, una ayuda para asegurar su bienestar en la escuela.

Los cien lenguajes del niño



“Los niños tienen 100 maneras de expresarse, pero les robamos 99”, postulaba Loris Malaguzzi, creador de un innovador sistema de enseñanza mediante el arte en los jardines infantiles y salas cuna. Este método, conocido como Reggiano, por tener su origen el pequeño pueblo italiano Reggio Emilia en la década del 70, se basa en dar a los niños todas las posibilidades de creación, conocimiento y expresión, para que sean ellos los formadores de su propia cultura.
Hacer es la forma de aprender.

El método creado por Malaguzzi es mucho más que llevar el arte a la sala de clases. Tiene que ver con el compromiso completo de la comunidad en la enseñanza de los pequeños, para facilitar su comunicación e intercambio con el mundo.

La historia ha enseñado a los docentes en todo el mundo el manejo prudente entre ideología, pedagogía y utopía. Creo que el análisis de las escuelas de Reggio Emilia ofrece una mirada interesante al respecto, enmarcada ella en un enorme respeto por el ser humano. Agradezco enormemente a los profesores Licenciados María Victoria Alfieri y Carlos Tomasini el interés que han sabido despertar sobre este tema. Aquí va la información:

Reggio Emilia es una provincia del centro de Italia. En un poblado desolado y destruido por la Segunda Guerra Mundial, las mujeres sobrevivientes decidieron que el primer paso de la reconstrucción debería ser el levantamiento de una escuela. Este símbolo del esfuerzo educativo de Reggio Emilia se fue consolidando lenta y constantemente.

El trabajo pedagógico de Reggio Emilia se ha ido haciendo cada vez más famoso y se ha convertido en fuente de inspiración para investigadores, pedagogos y personalidades de la política y la cultura. La revista estadounidense Newsweek declaró a una de las instituciones para la primera infancia de Reggio (llamada Diana) como la mejor del mundo.